El baño higiénico

El cuarto de baño tiene un papel destacado en las viviendas actuales. Pero esto no es una novedad. Ya los egipcios, los griegos y los romanos dedicaban especial atención a estos lugares. Cuando visitamos ruinas de civilizaciones antiguas, es habitual asombrarse del cuidado que pusieron nuestros ancestros a la hora de decorar los baños. Es muy notable la importancia que otorgaban a sus establecimientos balnearios que habitualmente son más numerosos y mejor decorados que los templos.

Magdalena Gil

La termas romanas tenían salas especiales para baños fríos y calientes. Otras para masajes, para depilacion y otras totalmente equipadas para hacer gimnasia, con música y tiendas donde vendían los mejores perfumes de la época.

En la época de Constantino, Roma contaba con 850 establecimientos para baños. Actualmente estamos viviendo un auge de los Spa y las termas, podemos considerarlo una reminiscencia de nuestros antepasados romanos.

Baño higiénico

En el mercado podemos adquirir dos clases de pastillas de jabon, el “bath soap” que es el jabón habitual y el “floating soap” que es más poroso y tiene la ventaja de que no se hunde, por lo cual no tenemos que andar pescándolo por el fondo de la bañera.

Las pastillas de jabón no son excesivamente prácticas. Para enjabonarse es necesario frotarse con la pastilla para formar la espuma y poderla extender después por todo el cuerpo. Cuanto más grande sea la pastilla más costará cogerla con una sola mano para enjabonarse, también es complicado al revés: si es demasiado pequeña se vuelve escurridiza y no parará de caernos de las manos. El guante de crin revestido de jabón es un poco más práctico, aunque también tiene sus inconvenientes.

Para un baño con jabón líquido es recomendable que tenga como mínimo un 20 o 22% de materias grasas, y preferentemente el 30%. El jabón debe estar exento de resinas. Generalmente se preparan con aceites de palma. Estos jabones pueden contener entre 10 y 25 gramos de aceites esenciales por kg., dosis suficiente para perfumar agradablemente el baño y el cuerpo. Este enjabonado deja siempre sobre la epidermis perfectamente librada de su capa sebácea natural, indicios de álcali liberado por hidrólisis que, generalmente, está disuelto en el agua del baño.

Para comprobar la alcalinidad del baño es suficiente observar si el jabón se aglomera formando copos insolubles, en cambio, si el agua permanece uniformemente lechosa es que és alcalinosódica. En este segundo caso puede darse una ligera irritación de las zonas más sensibles de la piel que no persistirá demasiado tiempo. Es posible contrarrestar estos efectos añadiendo unas pocas cucharadas de leche de ácido graso para evitar cualquier irritación.

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